sábado, 10 de noviembre de 2012

Del home sweet home al cuarto de estar común

Sólo en la Unión Europea más de 80 millones de personas viven en casas compartidas. Casas Erasmus, casas caras para grupos de profesionales caprichosos, casas patera, pisos tutelados, apartamentos de trabajadores transnacionales. Compartir casa es un fenómeno masivo y diverso, un urbanismo invisible, sin arquitectos. Un urbanismo de la reutilización y del pacto que desafía la forma en que la vivienda ha sido pensada en las últimas décadas. 
1er desafío: Del home sweet home al cuarto de estar como arena política.

La dialéctica público/privado pierde vigencia en las casas compartidas. La casa ha dejado de ser ese espacio despolitizado y pacífico, ajeno a las controversias públicas, para convertirse en una arena política. Espacio de permanente disputa, y punto de paso obligado de buena parte de las cuestiones políticamente debatidas. Lo personal es político.
2º desafío: la casa no es el espacio que nos es familiar, sino el fondo exótico de una vida incierta.

La casa compartida es el lugar en que encontramos la diferencia. Los otros no están fuera, sino en el mismo cuarto de estar. Las casas Erasmus son el fondo exótico del año que decidimos dedicar a cierta forma de incertidumbre cotidiana. La casa patera es el lugar en que en primera instancia se experimenta la extranjería. La casa no es el lugar en que encontrar las zapatillas que atesoramos desde años, bajo el sillón de orejas que heredamos de nuestra abuela, sino el escenario en que la diferencia se instala en esa esfera que opera como contexto de referencia del resto: la cotidianeidad.

3er desafio: lo óptimo es peor que lo disponible

Mejor que una silla de diseño es el mueble encontrado en un contenedor. Mejor que un hotel de diseño, es un piso destartalado que en su día alguien pensó para una familia convencional. La capacidad de asociación se impone a la optimización. Las condiciones que hacen posible acceder al uso, son más urgentes que los criterios del diseñador. Y el ensamblaje posibilista de lo diferente, más que la uniformidad. Las casas compartidas son mejores en la medida en que están más disponibles y son más heterogéneas, y para ello tienden a ser equipamientos desoptimizados e irregulares.
 

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